viernes, 29 de octubre de 2010

HOMOSEXUALIDAD Y ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL



Cada vez observamos con mayor frecuencia el hecho de que la población homosexual masculina tiene un alto riesgo de adquirir cualquiera de las muchas enfermedades de transmisión sexual que se conocen actualmente. Incluimos en este grupo a los transexuales y transvestidos, hayan sido sometidos o no a intervensión quirúrgica, pues representan un colectivo con grandes posibilidades de padecer cualquiera de ellas.



Sin embargo, en las relaciones homosexuales femeninas o lesbianas, el riesgo es muy pequeño o casi nulo. Ello se debe fundamentalmente a razones anatómicas. En la mujer los órganos genitales son internos, por lo que difícilmente entrarán en contacto íntimodirecto la mucosa vaginal de ellas en una relación sexual.


En las civilazaciones de la antigua Grecia y Roma, la homosexualidad era muy frecuente y aceptada socialmente dentro de la normalidad, posteriormente a lo largo de la historia se ha considerado de manera negativa, siendo causa de castigo, destierro o incluso de la condena a muerte.


Hoy día sigue existiendo la homosexualidad y cada vez son más las personas que mantienen relaciones homosexuales o bisexuales en todos los países del mundo. Se estima un índice de prevalencia entre un 2 y un 10 por ciento de la población adulta masculina y las cifras más altas corresponden a los núcleos urbanos grandes.

Según Kinsey, existen diferentes tipos de homosexualidad, basándose en la correlación de distintos criterios, que incluyen el grado de actividad sexual, la estabilidad afectiva, los tipos y número de parejas habituales, el grado funcional, los problemas físicos hallados en las actividades sexuales y la individual aceptación o no de la propia homosexualidad.


Dedujo que existen cinco clases de personas y prácticas homosexuales: pareja cerrada, pareja abierta, funcional, disfuncional y asexual.


Pareja cerrada: corresponde aproximadamente al 16 por ciento de los encuestados. Son los que viven en forma de matrimonio estable con su pareja sexual, con una relación afectiva importante. En este grupo, el riesgo de contraer un enfermedad de transmisión sexual es nulo.


Pareja abierta:cerca del 29 por ciento de los homosexuales pertenecen a esta categoría. Mantienen relaciones sexuales y afectivas con su pareja, pero, además, cada uno por su cuenta o ambos a la vez, tienen múltiples contactos sexuales, con un número invariable de amigos, llevando a cabo muchas veces relaciones cruzadas. De este modo, aunque vivan en pareja, no pueden ser considerados como parejas románticas en sus relaciones con otras personas, interesándose ambos en la variedad de los contactos sexuales. Las personas que forman parte de parejas abiertas, suelen ser exclusivamente homosexuales, usando técnicas muy variables y refinadas, por lo que son considerados como un grupo de alto riesgo de padecer enfermedades de transmisión sexual y contagiarlas, a su vez, a los múltiples compañeros ocasionales.



Funcional: el 18 por ciento de los homosexuales pertenecen a esta categoría. Son personas no comprometidas emocionalmente con nadie, están solos. Tienen un alto número de contactos sexuales con personas diferentes, de su círculo habitual de amigos o con desconocidos encontrados en saunas, bares especiales, etc. Muchas veces tienen problemas de afectividad descompensada.


Al igual que en las parejas abiertas, e l riesgo del contagio de cualquiera de estas enfermedades de transmisión sexual es muy grande. Además suelen reincidir muchas veces en las mismas enfermedades y otras distintas.


Disfuncional: alrededor del 20 por ciento de los homosexuales mantienen relaciones sexuales pero tienen problemas para su propia aceptación de condición homosexual, lo que les puede crear granves trastornos psicológicos, sociales y de tipo emocional. Las relaciones sexuales difícilmente son satisfactorias con sus compañeros sexuales. Como mantienen relaciones con pocas personas diferentes, la posibilidad de contagio de enfermedades es menor que en los grupos anteriores.

Asexual: constituye el 16 por ciento. Tienen grandes dificultades para encontrar una pareja sexual y raramente mantienen relacione sexuales. Los que pertenecen a este grupo, al igual que las parejas cerradas, casi nunca se contagian de ninguna enfermedad.

miércoles, 20 de octubre de 2010

PROSTITUCIÓN Y ENFERMEDADES DE TRANSMISION SEXUAL







Desde hace ya varios años se han dado diversas definiciones, para intentar describir de la manera más aproximada posible, en qué consiste la prostitución.
Se dice que es la práctica en la cual una mujer cede su cuerpo, para obtener alguna ganancia económica a cambio, a alguien que de otro modo, no estaría autorizado a tener ningún intercambio comercial con ella.

Otros han dicho que se trata de cualquier intercambio sexual donde la gratificación no es sexual ni afectiva, solamente económica.


Ejercen la prostitución cada vez con mayor frecuencia no sólo las mujeres sino también las personas de sexo masculino y los niños de ambos sexos, cuya subsistencia, o mudus vivendi depende de esos intercambios sexuales con trasacciones económicas de por medio.

Se trata pues, de personas de ambos sexos, que por un pago de contado aceptan tener relaciones sexuales con cualquier persona conocida o desconocida. Esta conducta viene motivada por la también creciente crisis económica mundial.


Este gran número de relaciones sexuales diferentes origina una gran cadena interminable de contagio de las enfermedades de transmisión sexual muy difícil de erradicar. Para conocer exactamente cuál es el papel que desempeña la prostitución en su transmisión, se deberían hacer estudios comparativos entre ésta y las personas que no la ejercen en períodos iguales de tiempo, mediante diagnósticos efectuados con los mismos análisis de laboratorio.

La incidencia y prevalencia de las enfermedades de transmisión sexual varía notablemente: según el país, la frecuencia con que se hagan los controles sanitarios a las personas que ejercen la prostitución o usan de ella, al número periódico de sus contactos sexuales, al predominio en un momento determinado de una u otra enfermedad de transmisión sexual, de su mecanismo de transmisión y localización en el organismo, de las técnicas de diagnóstico disponibles, y de la eficacia de los tratamientos aplicados.


Estudios recientes realizados en diferentes países europeos y asiáticos, indican que las personas que ejercen la prostitución mantienen un alto índice de infecciones gonocócicas, que predominan sobre el resto de las otras enfermedades de transmisión sexual.


Aunque en algunos centros hospitalarios, se da un carné a las mujeres que ejercen este oficio, en el que consta que está sana y se hacen chequeos médicos periódicos; la verdad es que no se hace nada positivo respecto a las enfermedades de transmisión sexual, ni se toman medidas oportunas contra ellas ni existe nada eficaz para la erradicación.


La lucha contra las enfermedades de transmisión sexual derivadas de la prostitución, debe basarse en los siguientes puntos:


  • Recomendar seriamente a todas las personas que ejercen la prostitución que se sometan a reconocimientos sanitarios periódicos y se pongan en tratamiento en caso de padecer una enfermedad de trasmisión sexual.

  • La periodicidad de estos reconocimientos dependerá del número de contactos sexuales que se tengan.

  • Debería exigirse, como mínimo, un análisis de sangre para control de la sífilis y otro de secresiones genital, faríngea y anal.

  • Se tendrían que crear centros reconocidos y autorizados para realizar estas revisiones periódicas, exigiéndose siempre una cualificación para ello.




miércoles, 13 de octubre de 2010

7.LO SEXUAL Y LA SEXUALIDAD: LA GRAN DIFERENCIA




Mucha gente parece no darse cuenta de la enorme diferencia que existe entre lo sexual y la sexualidad, y nuestra cultura pasa por alto, generalmente esa distinción. Sin duda, nuestra sociedad está obsesionada por lo sexual, pero al mismo tiempo, cuando se trata de sexualidad, se muestra incómoda, evasiva y dispuesta a condenarla.


Como resultado millones de personas llevan una vida conyugal desdichada, y sin quererlo, preparan a sus hijos para sufrir igual suerte.


¿Cuál es, en realidad la diferencia entre lo sexual y la sexualidad?.
Lo primero corresponde a la fisiología: es lo que ocurre al organismo como resultado de la actividad sexual. El concepto de sexualidad, por otra parte, es más difícil de definir. Podemos decir que la sexualidad es aquella dimensión de la personalidad que adquiere su ímpetu del impulso reproductor. Es nuestra masculinidad o feminidad, la que desde la infancia, va caracterizando todo nuestro ser. No hay nacionalidad, edad, temperamento, raza, etc. que nos defina mejor que nuestro sexo.


La sexualidad no surge repentinamente en la pubertad. El niño la va conociendo en el pecho de su madre, en la caricia materna, en el calor de su cuerpo y en el tono de su voz. La conoce también por la manera diferente en que su padre lo sostiene en brazos, y el sonido diferente de la voz paterna. La conoce por el sentido del tacto mientras lo bañan. Conoce los placeres que brinda el estímulo sensual: los sonidos, los olores, el calor humano, los brazos. Y es de este aprendizaje, de estos principios de sexualidad, de los que se nutre su capacidad para llegar a sentir verdadera ternura, cariño, amor y pasión sexual.


La mayoría de los padres se dan cuenta, en forma más o menos vaga, de la corriente interior de sexualidad que existe en sus hijos. Muchos padres tienen la idea de que cuanto menos se les diga a los niños acerca del instinto sexual, tanto mejor; que con hacer caso omiso, el problema se desvanecerá. En la práctica, la "educación sexual" consiste en unos cuantos informes mínimos acerca de cómo nacen las criaturas en el seno materno, y, en el caso de las muchachas, una breve explicación sobre la mestruación y los riesgos del embarazo.


Actualmente, algunos padres opinan lo contrario, es decir que cuanto más se les diga a los niños, acerca de los temas sexuales, tanto mejor. Sostienen que si se bombardea a los niños con temas sobre sexualidad: láminas sobre reproducción, el instinto sexual y el control de la natalidad, crecerán estos sin dar la menor importancia a lo sexual, y también de esa forma el problema se desvanecerá por completo.


A nuestro entender, ninguno de los sistemas tiene gran éxito en lo que respecta a formar seres humanos capaces de sentimientos de ternura, responsabilidad y amor, porque, en el peor de los casos, niegan tanto lo sexual como la sexualidad, y en el mejor, dejan de nutrir esta última.


El método tradicional de eludir la cuestión forma jóvenes ignorantes que no saben otra cosa que meterse en líos. Y lo que es más importante, resulta inoperante porque no es posible imponer reglas prácticas a la sexualidad cuando con nuestra actitud estamos afirmando que no existe.


Aunque los padres se armen de valor y expliquen temas sexuales a sus hijos, las preguntas que se hacen los niños acerca de sus propios sentimientos, su instinto sexual, sobre el amor, queda sin respuesta.


Las personas que en familia se las dan de avanzadas en cuestiones sexuales, tampoco han llegado a comprender la sexualidad. Todo lo exteriorizan, sin dar oportunidad a sus hijos de explorar sus propios sentimientos. Sabrán mucho de la mecánica de la reproducción, y posiblemente poseerán un vocabulario que impresione a los de su edad, pero en el fondo se sienten tan confusos y desorientados como sus compañeros. El hecho de estar bien informado acerca de temas sexuales no sustituye, en modo alguno, el conocimiento y la conciencia del poder de la sexualidad.


Algunos hijos tienen el placer de crecer, en un hogar donde se revela no con palabras sino mediante una especie de efluvio, que sus padres gozan de una unión embellecida por la sexualidad. Puede que no hablen a sus hijos de materias sexuales, porque no encuentran con facilidad las palabras apropiadas, pero en alguna forma dan la impresión de que la sexualidad reina en ese hogar, y que esta es buena.


Esto, a nuestro parecer, es lo primero y lo más importante que debe establecerse: que la sexualidad existe, y es buena. Cuando los padres lo hayan reconocido así entre sus hijos (ya sea de palabra o mediante el ejemplo), entonces y sólo entonces podrán hablar convincentemente de la obligación que tiene el individuo de usar ese don de la sexualidad con juicio y con plena conciencia de su responsabilidad.


El antiguo concepto, basado en que la satisfacción sexual es un derecho del marido y un deber para la muje, sigue siendo un factor que contribuye a que en muchos matrimonios se explote y se deshonre la sexualidad. Toda la responsabilidad de limitar la experimentación sexual recae sobre la mujer. La mujer es más capaz de mantener un dominio sobre la conducta sexual.


El mal uso de la sexualidad sobre todo por parte de los muchachos, es una violación de su integridad y la de su compañera.












viernes, 8 de octubre de 2010

6.EL ADOLESCENTE Y EL PROBLEMA SEXUAL




A principios de siglo se enseñaba a los jóvenes que las relaciones sexuales eran una obligación biológica del matrimonio, y que como tal habían de tolerarse.



Hoy casi todos consideran que un sano apetito de consumar el amor es parte normal de la vida. Pero así como las muchachas no tienen ya que combatir la ignorancia ni los prejuicios, así también, dado que disfrutan de mayor libertad, se caen en el trance de tener que elegir y tomar decisiones, cosas por las cuales ni sus madres ni sus abuelas tuvieron que preocuparse.


Desgraciadamente es difícil que las jóvenes encuentren ayuda cuando se trata de tales decisiones. Muchas jóvenes se resisten a hablar de la cuestión sexual con sus padres, y muchos padres se alegran de que les ahorren ese trabajo.


¿El sentimiento sexual en los muchachos es diferente del que experimentan las chicas?

Existe una gran diferencia biológica y emocional entre los adolescentes de uno y otro sexo. En los muchachos el deseo sexual acomete con vilenta emoción; es un deseo inmediato, determinado, sin relación con los sentimientos, más hondos, del amor y la ternura. Aunque algunas jóvenes distinguen entre el amor y la atracción física, en la mayoría de ellas el deseo sexual está vinculado íntimamente a los sentimientos del amor romántico. El apetito sexual de la joven marcha (para decirlo figuradamente) al compás de su corazón, y en esto se distingue claramente del joven.

En cuanto a las relaciones sexuales se refiere, los muchachos son mucho más ligeros que las chicas, pero son también más apremiantes, y a menos que la joven entienda esta característica sicológica, sin duda se sentira confusa cuando el muchacho le haga requerimientos, lo cual no significa necesariamente que la ame.


Las jóvenas solteras que han perdido su virginidad, lo han lamentado después. Suelen llegar a la conclusión de que a ello las llevaron sentimientos distintos del amor: a veces, una rebelión contra la autoridad de sus padres; otras, algún anhelo desesperado, más que el apetito genésico normal.
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sindy milena riaño morales Personera INSTITUCION EDUCATIVA DEPARTAMENTAL ALFOSO LOPEZ PUMAREJO. felizmente soltera. vida magnifica.