El "desgaste"
Es una convicción imprecisada e imprecisable e imprecisable arraigada. Nadi sabe exactamente qué cosa es la que se desgasta, sólo se sabe que afecara exclusivamente al sexo masculino. Parece referirse a dos ordenes de ideas diferentes. Por un lado, se cree que el organismo sufre con las relaciones sexuales; la otra supone que cada hombre viene dotado de una capacidad eyaculatoria limitada, con un número fijo y desconocido de ellas, por lo que ese bien no debe dilapidarse para que alcance hasta la vejez.
- Es preferible no tener relaciones a tenerlas malas (por ejemplo con prostitutas). Hay que reservar el ejercicio sexual para cuando las condiciones sean ideales, cuando hay amor en la pareja.
- La abstinencia no ocasiona ningún daño, ni a la salud, ni de otro tipo.
En un punto coincidimos: las relaciones prostituidas son deprorables. Pero la afirmación de los puritanos es puramente verbal, porque en los hechos hacen todo lo contrario: son los puritanos los que abogan por la apertura de prostíbulos para "proteger a las niñas de familia". Es una manifestación mas de la doble moral cimentada en la hipocesía.
Los que quieren evitar que hombre y mujer tengan "malas" relaciones sexuales, por el contrario, los condenan a que sean malas. Al impedirles experiencias oportunas causan daños que pueden ser duraderos, como ya hemos visto.
Al poner como condición el Amor (con mayúsculas), no sólo impiden el placer sexual, sino que le ponen trabas al mismo amor (sin mayúsculas, el verdadero, el humano. ¿Qué puede saber del amor una persona que no ha experimentado el goce erótico?
El erotismo es parte de ese sentimiento, y parte importante pero independiente y previo. En cierto modo el sexo es la escuela del amor. Por otra parte, la exigencia metafísica de amor adultera la realidad. No es cierto que una pareja deba estar enamorada para disfrutar de sexo. Es imprescindible que se respete y aprecie. Puede ocurrir que el sexo despierte el sentimiento amoroso, pero el amor no es imprescindible. Si lo fuera, y para ser realistas, la inmensa mayoría de los matrimonios tendrían que cesar su actividad sexual inmediatamente.
Para los puritanos son "malas" las relaciones sexuales que no son ideales. Por definición, si son ideales son irreales, imposibles de alcanzar. Para nosotros son malas las relaciones en que las que no se obtiene todo el placer posible, las que necesitan ser perfeccionadas. Es un concepto ralativo, no absoluto.
Las relaciones malas son siempre las iniciales, porque todavía se sabe poco, y precisamente a través de ellas se aprende. Son malas las relaciones de hoy, porque mañana serán mejores, ya que el perfeccionalismo debe ser inherente al ejercicio sexual. Por eso, cualquier relación sexual es preferible a la abstinencia.
La segunda afirmación es posible porque nadie, que se sepa, la abstinencia le produjo un ataque cardiaco. La abstinencia no es neutra en relación a la salud, ni aún suponiendo que la persona no sintiera ninguna necesidad sexual. Es una severa deprivación social y afectiva, por lo que debe emplearse mucha energía psicológica en compensarla. Además en la realidad, la abstinencia da lugar a un permanente estado de tensión sexual, puesto que nunca es satisfecho, por lo que gran parte de la capacidad del individuo debe destinarse a neutralizarlo.
Es posible que con los años la urgencia sexual se atenúe, "se atrofie", precisamente por la falta de ejercicio y por el desarrollo de mecanismos represores, cuando son posibles. Esto es lo que esperan los puritanos, y a esto se está negando el mundo.
"La mujer no necesita tener relaciones sexuales"
Hace muchos años que no escuchabamos esta afirmación, que tuvo gran difusión, y que se daba por sentada como verdad demostrada.
La convicción de que la función sexual es imprescindible e impostergable en el hombre, pero secundaria en la mujer, estaba basada en la idea de que la continua producción de semen debía ser evacuada periódicamente. En caso contrario podrían producirse enfermedades mentales o desgracias no explicitadas. Estaba vagamente asociada a la idea de que la mestruación también es necesaria "porque si no la sangre se sube a la cabeza", y era el sustrato del derecho sexual del hombre y del deber de abstinencia de la mujer. Fundamentaba también la infidelidad masculina y la tolerancia de su esposa al respecto. Al mismo tiempo, no es de extrañar que una mujer frígida durante largos años, e ignorante de sus posibilidades mantuviera con sinceridad la creencia de que "una no necesita".
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